Os presento al protagonista de las vacaciones de verano: el pedículus humanus capitis, o comúnmente piojo.
Estos seres afectan sobre todo a colectivos donde se convive muy estrechamente como hogares, colegios, campamentos y guarderías y se transmiten por contacto directo de cabeza a cabeza.
Y es que son un tostón porque si son difíciles eliminarlos, más difícil es romper su ciclo vital, un círculo vicioso que como no lo cortes desde el principio, tienes a estos amiguitos contigo acompañándote de vacaciones a todos sitios.

Así que el primer paso es matar a los piojos y sus crías con lo siguiente:
- Insecticidas, fundamentalmente la permetrina 2%
- Siliconas naturales
- Aceites esenciales como el aceite del árbol del té (fundamentalmente para evitar de nuevo el contagio).
Con la permetrina el tratamiento se alarga mucho ya que termina con los piojos pero no con las liendres y tendríamos que repetirlo a los tres días si aún existen liendres, con lo que el proceso se alarga ya que nunca se termina con ellas.
Lo más efectivo es la dimeticona, silicona que envuelve al piojo o liendre y lo asfixia, normalmente con una sola aplicación basta y elimina de una sola vez a toda la trupe.

El segundo paso es eliminar los huevos o liendres y lo mejor es el vinagre blanco de vino o de manzana que disuelve el "cemento" que pega las liendres al cabello por lo que podemos despegarlas fácilmente con el peine "multipúas" o lendrera.
Estos dos pasos se deberán repetir a la semana y para que no vuelvan lavad siempre a más de 50 grados toda la ropa que haya entrado en contacto con el niño, es decir, sábanas, toallas, gorras, peines y objetos que puedan compartir.
Y siempre estad atentos a las cabecitas de todos cuando hay:
- Rascado de cabeza por picor, debido a la saliva que emite el bichito al chupar la sangre
- Lesiones en cuero cabelludo por el rascado, en la nuca y detrás de las orejas, que es donde prefieren estar
- Sensación de cosquilleo en la cabeza...¡¡¡el piojo se mueve!!!!
Una última anotación, hay veces que la infestación es repetida y no queda más remedio que recurrir a antibióticos que matan las bacterias del intestino del parásito y no pueden digerir la sangre que chupan, pero eso sólo lo debe decidir el médico porque siempre se tiende a realizar un mal uso de los medicamentos.
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